TU OPOZULO, TU TEMPLO
Nunca un título ha dejado tan claras las intenciones del texto que le sigue. Y es que esto es así, nuestro opozulo es nuestro templo, aunque a veces se nos olvida.
Cuidamos mucho la papelería, elegimos con todo el cariño nuestra agenda, compramos los bolígrafos más bonitos y que mejor quedan en la foto de Instagram, incluso nos preocupamos de adornar nuestros apuntes con pegatinas, y así hasta el infinito.
¿Y nuestro opozulo? Nuestro opozulo es el vientre donde se gesta un futuro empleado público, y todos sabemos que ese es un proceso largo, por lo que digo yo, que si vamos a permanecer años ahí “encerrados” mejor que sea un sitio en el que apetezca estar.
Si estás pensando en opositar este post puede ser un buen punto de inicio, si ya estás en ello tal vez te interese dedicar un ratito a comprobar si tu opozulo es como quieres o si de repente te apetece darle un cambio, adaptarlo, o simplemente mejorarlo.
Mi cuarto de torturas (opozulo) no es el perfecto ni es ejemplo de nada, pero es uno de los sitios en los que más a gusto estoy (dramas opositoriles aparte) y eso me ha llevado tiempo conseguirlo, así que os cuento como lo he hecho yo, ya que a veces me preguntáis sobre él. Hoy os presento mi templo.
Lo primero que tenéis que saber es que yo no oposito en casa. Tomé la decisión de afrontar la oposición como un trabajo, me levanto y me voy a la “oficina” hago mi jornada y por la noche vuelvo a casa. Me gusta no encontrarme códigos, libros o apuntes por la habitación, por el salón etc. Esto es algo muy personal, y algunos preferís estudiar en casa, en la biblio o debajo de un árbol en un parque. Y todas las opciones son buenas. Os cuento la mía.
Cuando encontré la oficina que iba a alquilar para convertirla en mi templo, era más bien fea, no me convencia, pero de repente empecé a verle potencial, así que me la quedé, y desde entonces estamos en contínuo proceso. Para mi lo más imprescindible era pintar las paredes de blanco, esto es al gusto de cada uno, sin embargo yo creo que para estudiar la luz es fundamental, y que la estancia sea blanca ayuda a lograr ese efecto de claridad.
Como iba a pasar allí todo el día busqué un despachito con office, aunque esto no es lo importante, pero en la zona de estudio he dedicado una parte pequeña para el relax. Y esto me parece interesante en todos los opozulos del mundo. Un sofa en un rincón siempre es una buena idea, una butaca incluso, porque a veces nos apetece levantarnos de la silla. Si estudias en tu habitación esto ya lo tienes con la cama.
Por toda la estancia podéis encontrar cosas que me recuerdan por qué vale la pena seguir, me explico. Tengo fotos de mi novio, que me recuerdan la vida que queremos vivir, tengo una foto de mis prácticas en la cárcel que me recuerdan por qué empecé, tengo una foto de mi graduación que me permite no olvidar todo lo que ya he logrado, tengo una figurita de una abogada que me regaló mi madre, que representa a toda la gente que cree en mi y en especial a ella, que me apoya y está orgullosa. Y así por todas partes.
No obstante la parte más importante de todo opozulo es el escritorio. Es la zona de trabajo por excelencia, y hay que cuidarlo. Mis preferidos son los escritorios blancos o de color madera, nuevamente esto es cuestión de gustos. El mío es blanco (aunque tengo antojo de cambiarlo, a ver si los Reyes me traen un escritorio nuevo) y no me gusta tenerlo abarrotado. Siempre un lapicero blanco, el flexo blanco, el cuenco de los clips y en esta época un botecito navideño con bombones propios de diciembre, y nada más. Todo en la misma esquina. A veces también pongo flores, me dan muy buen rollo, y me hace ilusión ir a comprarlas. En cuanto a los libros en la mesa sólo pongo lo que voy a estudiar ese día, en ese momento y todo lo demás lo guardo en la estantería. Siempre he pensado que ver todos los apuntes juntos desmotiva. Hablamos de miles de folios. Desmotiva, sí.
En cuanto a la estantería, en mi caso es de obra, y ahora mismo está detrás de la mesa. Digo ahora mismo porque el escritorio ha cambiado de sitio varias veces. Tampoco me gusta que sea obvia. Es decir, en la estantería guardo el material de estudio, libros, apuntes… pero no me gusta que se vean en exceso, porque nuevamente me da bajón. Así que los tengo en carpetas, en cajas y entre unas cosas y otras pongo flores, bomboneras, cuadernos y libros con colores bonitos, así cuando tengo un ratito de descanso y me siento en el sofá a tomarme un chocolate caliente no veo al rededor todo lo que aun me queda por estudiar y consigo un ambiente de trabajo pero también de relax. Esto no es fácil, pero yo lo he logrado. O eso me parece a mí.
Teniendo arreglado lo de la luz, la distribución, un escritorio cómodo con algún detalle bonito, y los apuntes a mano pero escondidos ya tenemos un sitio de lo más agradable, ahora sólo quedán pequeños elementos que añadir. Una mantita gustosa en la silla, una taza bonita para el té, y un ambientador que termine de hacer acogedora la estancia.
Cuida tu opozulo, porque es tu segundo hogar, casi primero. Dedícale un tiempo, adáptalo. A veces es cuestión de mover una mesa, de ordenar los folios, de comprar una alfombra o de poner flores. Que te apetezca entrar en él y que no te apetezca salir.
Estoy segura de que el vuestro es precioso, pero ahora también sabéis más del mío. Os dejo fotos para que echéis un vistazo




Como os digo, la mesa ha ido cambiando de sitio. Ahora está pegada a la pared, porque me ayuda a concentrarme mejor.
Aquí tenéis mi zona de relax, ahora le añadido unos cojines, otra mantita... Ya os digo que estamos en constante proceso de cambio
La estantería. Ahí escondidos están mis apuntes

Aquí la figurita de la abogada. Me la regaló mi madre y cuando la veo, tengo fuerzas para todo

¡¡¡¡¡ Y esto es todo amigos!!!!!